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jueves, 18 de julio de 2013

Decoración de un marco, para un poster de Lord Frederick Leighton.



Esta pintura, "El pescador y la sirena", de Lord Frederick Leighton, es una de mis favoritas. Una de las miles favoritas. Desde pequeño tengo obsesión por las sirenas y un cuadro del XIX, con una sirena en él, seguro que me encanta.  Hace meses busqué el poster en Ebay y he tardado también meses, en enmarcarlo y terminarlo.






Los posters de pinturas antiguas, me gusta enmarcarlos, pegándolos antes en un tablero y dándoles varias capas de barniz. Quedan más parecidos a óleos originales, que con un cristal. Además, un barniz brillante, resalta más los colores y el contraste de los negros.



Aquí, está ya barnizado.

Antes, pinté con pintura nacarada las perlas de la sirena,
pues en la reproducción se veían muy amarillentas y
y apenas destacaban. También el coral que lleva en el pelo.

Además, le añadí unos toque de purpurina o brilli brilli,
en la cola de la sirena, según le de la luz, el efecto es precioso.





Tenía en casa un marco que recogí de la calle, pero era demasiado grande, por lo que lo reduje y adapté a la medida del poster. Compré unos listones de madera, que después de cortar y pintar de oro, añadí al marco, que decidí dejarle en el tono de madera oscura original.





El marco, reducido y con los listones ya añadidos,
pero aún sin acabar. ¡Tranquilidad!



Busqué unas perlas y unas pequeñas caracolas que había comprado hace tiempo en un "Todo a 100" y que pinté de oro.





Además, con barro, modelé unas pequeñas piezas que deberían parecer barritas de coral.



Sí, ya se que no soy bueno modelando el barro, 
pero... ¡se trata de crear un efecto!




Caracolas, falsas perlas y falso coral... 
Lo añadí todo al marco y... ¡Voilà!








Oliver, mi hermano cabrón, cuando vio el resultado final, sencillamente dijo: "¡Buah! ¡Eso lo hago yo de un peo!" Así, como suena. Tan literal como ordinario. Acabaré matándole. Y ninguna falsa coartada, me salvará de la cárcel, pues aquí ya dejo para la posteridad mis intenciones. Aunque bien pensado, leyendo un juez justo, lo que mi hermano decía de mis creaciones... seguro que me declaraba inocente.





Siempre que me dedico a realizar una cosa de estas y me pongo creativo, rebuscado o recargado, no puedo evitar pensar que sería todo más fácil si me hiciera minimalista, así, de repente. Luego, después de sentir escalofríos, por tener esos pensamientos tan horribles, me alegro de ser raro y hacer estas cosas, aunque por mi falta de tiempo, me lleve meses terminarlas.

Además, Margarito me ha hecho mucha compañía estos últimos días, no se separaba de mí en el salón, mientras yo pintaba de oro y pegaba caracolas.






Las galgas, con el calor, se tumban en el pasillo, buscando un poco de corriente.

Ahora tengo un problema y es que no sé donde colocaré los cuadros que he descolgado para hacer sitio a este. Uno de ellos, precisamente otro Leighton.





Necesito una casa grande. En realidad, necesito una casa. Punto. Se admiten donativos y apadrinamientos.