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lunes, 30 de julio de 2012

Pequeña cajonera infantil, convertida en... pequeña cajonera excesiva.




Hace un par de meses, compré este pequeño mueble con cajoncitos, con la idea de decorarlo y dada su poca anchura, encontrar un lugar donde colocarlo.

Después de montarlo, pues venía en decenas de piezas (cada cajón, cinco. seis contando el tirador), lo miré y lo miré sin decidir que hacer con él. Empezaron a fluir ideas diversas, por las que no me decidía. Entonces, encontré un bote de pintura fucsia que compré hace mucho tiempo y nunca había utilizado.  Sí, tenía que ser valiente y osar pintarlo de fucsia.




El primer paso, era lijarlo y me puse a ello. Doy gracias al cielo por tener una lijadora eléctrica, cada vez que necesito lijar algo.









Una vez pintada la cajonera (lo siento, pero olvidé hacer fotos de ese paso. Uno ya tiene una edad y...) busqué algo que añadir, pues siendo yo como soy, un par de capas de pintura nunca es suficiente para decorar un mueble. Mi vida sería más fácil y estas cosas las terminaría en un pispás, si mis gustos fueran más sencillos y le hubiera pintado de blanco tal cual. Pero también mi vida sería mucho más aburrida. Para adornarle recolecté una serie de cosas doradas. Desde papel de envoltorio de chocolate y bombones, hasta una corona dorada de cartulina, una blonda dorada, lentejuelones grandes y hasta el envoltorio de una pastilla de caldo concentrado. ¡No es coña! ¡Mientras fuera dorado y brillara, todo podía valer!





Y además... ¿No dicen que este mundo es de los valientes? Pues yo, al menos tendré valor a la hora de decorar una pequeña cajonera. Y si tengo que ser osado, lo seré hasta donde mi enajenada imaginación me lleve.

Como suele ocurrir con mis decoraciones, soy consciente de que el resultado no es apto para cualquiera. Siempre lo aviso. ¡Voilá!




Sí, ya sé que es cualquier cosa menos sencillo, pero soy incapaz de realizar cosas sencillas.

La parte superior la forré de papeles dorados y luego lo barnicé (todo el mueble va barnizado). Para rizar el rizo, le añadí un remate de resina pintado en oro y fucsia y le añadí un poco de brilli, brilli dorado.

Los cajones van forrados con papel con estampado de leopardo, para añadir más exceso al exceso. Y los tiradores en fucsia y oro. ¡Y que conste que me controlé! Se me ocurrían más cosas que añadir.




El tono del color, cambia muchísimo dependiendo de la luz. Este es uno de sus lados. En el centro, el envoltorio de un Ferrero Roché. Más abajo, el de una pastilla de caldo Maggi. Sé que parezco raro.





Y este, parte del otro lado.



Pensé colocarlo en el hall, donde está ese paragüero chino de porcelana, pero la puerta de entrada al abrirse, golpeaba en él.




Al final, ha ido a parar a un rincón junto al taquillón, Ya bastante excesivo él, como todo el hall.




Resulta muy práctico, pues he repartido los cajones con mi hermano y los hemos llenado de gafas de sol, cargadores de móvil y cosas que siempre rodaban por ahí.  ¡Y le da una alegría al hall! Sí, ya sé que no necesita más alegría de la que ya por sí solo posee.

Yo creo que sería muy apropiado para decorar la estancia de una odalisca. Me resulta muy fácil imaginármelo en un lugar así.


"Odalisca con esclava" por Jean Auguste Ingres