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jueves, 19 de diciembre de 2013

Silla recogida de la calle y transformada en regia silla con borlas




Cada vez que describo la transformación de un mueble y menciono las borlas añadidas, puedo oír las risas, pero es lo que hay. Solo coloco borlas allí donde no solo son necesarias, si no además, imprescindibles. No sé muy bien si para el mueble en cuestión o para mi espíritu, cada vez menos elevado.

Un día me encontré en la calle, esta silla de más arriba. es muy parecida a las de la mesa de comedor de mi casa, pero esta tapizada en un precioso damasco de terciopelo verde. El problema es que no tiene respaldo. Alguien se lo llevó. Eso hizo que Oliver, mi hermano, pensara otra vez que soy un completo tarado.

Oliver: "¿¡Para que coño quieres una silla sin respaldo!? ¿Estás idiota?"

Yo: "¡Ya se me ocurrirá algo! ¡De hecho, ya se me ha ocurrido!"

Oliver: "¡Buáh! ¡Ya está con sus tonterías!" 

Eso es lo que dice siempre que me pongo con mis bricolages. Pero cuando las termino, enmudece. Yo diría que parece impresionado.

Después de cortar las dos piezas de madera que habían formado parte del respaldo y que ya no servían para nada, lijé toda la silla. Apliqué oro en algunos detalles.







Luego, la barnicé, con un barniz satinado. 
Mejoró muchísimo el aspecto de la madera.

Busqué unas cintas de pasamanería para tapicería 
y decidí añadir dos, combinándolas.







Compré una moldura que pinté de oro.







Añadí a la moldura unas espigas de madera,
con cola para madera, para sujetarla a la silla. 
Haciendo agujeros en la moldura y la silla,
con un taladro eléctrico.

Y le pegué, en el motivo central, 
una piedra de cristal roja que pensé también,
que resultaba imprescindible.






A cada extremo de la moldura, 
le añadí una anilla de latón.






En Ebay.uk, compré unas borlas de un tono rojo, 
casi granate, que pensé que daría "El toque Alberto" 
que la silla necesitaba.

(Vuelvo a oír risas)







Dionisio, aún sin transformar,
sirviendo de modelo para las borlas.

Las doradas son para mi siguiente proyecto.

Unas cuantas borlas más tarde...

¡Voilà!






(Espero que reparen ustedes también,
 en la borla verde de la parte central
delantera de la silla)

¿Ven como las borlas eran imprescindibles?

¡Pues eso!





El bonito Margarito, definiendo lo regio de la silla.





Por favor, sean ustedes indulgentes. Gracias.